Entrevista a Alberto Amarilla

miércoles, 17 de diciembre de 2008

La he encontrado en la web de 20 minutos. Alberto Amarilla es uno de los protagonistas de "Prime Time", una película española sobre la telebasura de la que os hablé hace algún tiempo.



¿De qué habla Prime Time?
De hasta dónde llega la dignidad de las personas. Algo antiguo, pero con un lenguaje moderno.

¿La realidad puede superar a la película?
La televisión es un medio joven que sigue buscándose. Hay dos caminos: decantarse por la pornografía emocional o intentar algo más didáctico. Si la tele opta por el primer camino, Prime Time puede suceder.

¿De quién sería culpa?
Todos somos culpables. No hay que intentar cambiar el mundo, sino a uno mismo. No somos conscientes del poder que tenemos con un mando a distancia en la mano.

¿Pedimos basura en la pantalla o nos la imponen?
Si te acostumbran a ella es difícil renunciar después. La responsabilidad es del espectador y del medio.

¿Ves mucha televisión?
No, pero como todo el mundo he visto reality shows. Es imposible vivir en este mundo y no saber qué son, aunque sea para criticarlos.

¿Son experimentos sociológicos?
No lo sé... si lo son, es también con el espectador. Somos como hamsters que, en la jaula, se creen que están haciendo un experimento cuando ellos son el experimento.

Antes hablaba de dignidad, ¿hasta dónde llega la suya?
Hasta donde me dicta mi moral y mi conciencia. La dignidad no la ponen las demás, sino uno mismo. Lo difícil es descubrir qué está bien o mal, porque las apariencias engañan.

Trabajó con Amenábar, Banderas... ¿Cómo ve su carrera?
Como la de una hormiguita. Sin prisa pero sin pausa. Todo ayuda, todo paso es importante. La carrera profesional es una cadena de situaciones que uno provoca.

¿Y qué situaciones perseguirá en un futuro?
De momento consigo lo que quiero: trabajar como actor, que no es fácil. Cualquier trabajo, hecho de corazón, será bueno.

¿Cambia la vida hacerse famoso?
A veces me reconocen, pero es parte del trabajo. Hay gente que se pone pesada, pero tienes que aceptarlo porque, en el fondo, es síntoma de que las cosas van bien. Es simpático: cambia mucho si te conocen de la tele o del cine. Trabajar en el cine infunde más respeto, si te ven en una serie te tratan como a un primo o un colega.

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